Imagen: Que Pasa Salta
Roberto es un hombre tranquilo, humilde de mirada acostumbrada a recibir desilusiones, pero esta vez fue distinto. Los salteños le están dando una mano inmensa en estos dificiles momentos. Me olvidaba decirlo, más que nada es un perfecto guardián de su pequeño Richard, diagnosticado con leucemia pero que está evolucionando bien. Me llegué al Materno infantil para conocerlo. Para saber cómo vive hoy, lejos
de su Embarcación, de sus otros afectos, en una ciudad desconocida. Tal vez esboza una mueca qué parece ser una sonrisa cuando habla de su pequeño; siempre a su lado atento al menor gesto, a pesar de que su descanso no es normal. -duermo aquí en el hospital- me contesta tímidamente. Ya casi es un enfermero nocturno qué transita en esos pasillos solitarios, habitados por el dolor y la soledad.
No sabe como acomodar las bolsas qué manos solidarias le entregan los salteños. Familias con sus hijos, parejas jóvenes y hasta periodistas que buscan su historia. «Debo agradecer tanto por esta ayuda. Hasta un celular me regalaron. Es decir dos. Uno nuevo para mi y otro usado para mi hijo. Se puso recontento», dice emocionado.
«Tanta gente sin conocerme se acerca a preguntarme que necesito. Antes estaba solo y mire ahora. Gracias a Dios», responde en breve diálogo.
Y Roberto se va. No le importa el desvelo. Hoy la guardia será más llevadera, luego de tantas muestras de solidaridad.
Es otro Roberto más, de los tantos que a diario viven esta situación. Muchos padres y madres transitan este camino y lo más triste que lo sufren en soledad y nadie conoce su historia.