En la segunda jornada de la ofensiva rusa, los ataques llegan ya al corazón de Kiev. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha llamado al Ejército ucranio a la rebelión en un mensaje televisado: “Coged el poder en vuestras manos”. En paralelo, están empezando a torcerse los débiles intentos de entendimiento y la posibilidad de un encuentro de ambas partes en Minsk (Bielorrusia) se tambalea. Mientras, las tropas de Moscú están cada vez más cerca del Parlamento ucranio. Rusia, en plena escalada militar, extiende a Finlandia y a Suecia la amenaza de “graves repercusiones militares y políticas” si ingresan en la OTAN.
Por su parte laAlianza ha respondido con un movimiento. El secretario general aliado, Jens Stoltenberg, anunció el despliegue de elementos de su Fuerza de Respuesta -que dispone de hasta 40.000 efectivos- en la parte este de la Alianza. Por su parte, EE UU anunció el viernes que impondrá sanciones contra el presidente ruso, Vladimir Putin, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y otros altos funcionarios del país.
Los dos vecinos nórdicos no forman parte de la OTAN. No quisieron durante la Guerra Fría y no lo quisieron después, pero desde hace unos años el comportamiento de Moscú ha cambiado el punto de vista de la clase dirigente y buena parte de la sociedad, que mira cada vez con más temor al Este. Buena prueba de ello es que el viernes, a la teleconferencia convocada por el secretario general, Jens Stoltenberg, no estaban invitados sólo los 30 miembros y las instituciones europeas, sino también Hensinki y Estocolmo. Una decisión que no ha gustado en el Kremlin, que ha vuelto a mostrar los dientes.
La portavoz de Exteriores rusa, Maria Zajarova, dijo en rueda de prensa que «todos los Estados participantes de la OSCE [Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa] a título nacional, incluidos Finlandia y Suecia, reafirmaron en su día el principio de que la seguridad de algunos Estados no debe construirse a expensas de la seguridad de otros países. Es evidente que la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN, que es principalmente un bloque militar, tendría graves consecuencias militares y políticas que requerirían que nuestro país tome medidas recíprocas».
Una amenaza, una más, tras meses de provocaciones, avisos y recados para evitar la tentación de una posible solicitud de anexión. Algo que en la práctica cambiaría muy poco o nada el escenario de seguridad para Rusia, pero descolocaría el mapa de esferas de influencia que lleva lustros esbozando.
La reacción en ambas capitales europeas, o en Bruselas, ha sido la de no responder a la amenaza de forma directa, pero recalcar un mensaje sin matices: «La decisión del presidente Putin de atacar Ucrania es un terrible error estratégico, por el que Rusia pagará un alto precio, tanto económico como político, en los próximos años», ha dicho Stoltenberg al terminar la reunión y así ha quedado recogido en una declaración de todas las partes.
«El pueblo ruso debe saber que la guerra del Kremlin contra Ucrania no hará que Rusia sea más segura. No hará que Rusia sea más respetada en el mundo. No conducirá a un futuro mejor para sus hijos. En respuesta a la acumulación militar masiva de Rusia en los últimos meses, ya hemos reforzado nuestra disuasión y defensa. Los Aliados de la OTAN activaron planes de defensa, y como resultado, estamos desplegando elementos de la Fuerza de Respuesta de la OTAN. En tierra, mar y aire para fortalecer aún más nuestra postura. Y para responder rápidamente ante cualquier contingencia», avisó Stoltenberg.