Clint Eastwood, actor y director, perfilando los 95 años no encontró mejor forma que definir como enfrenta el paso de los años manteniendo la vitalidad y energía. Conocido por numerosas películas, se hizo famoso por la frase «No dejes entrar al viejo», que altere tu vida; un significado profundo y personal para él, pero también forma parte de una reflexión sobre el envejecimiento y la llegada de la vejez.
Muy buen mensaje, pero no es mi caso. Quise repetir la fórmula pero sin éxito. Cierro la puerta con candado bajo siete llaves, pero ingresa por la ventana, si la clausuro, se filtra por el fondo, si pongo un pitbull guardian al otro día lo encuentro comiendo de su mano y sino se mete por el techo, se desliza como un papa Noel por la chimenea. No hay caso me persigue con insistencia a pesar de mis esfuerzos.
De pronto una simple gripe se complica y me lleva al reposo obligado, son días que mi cerebro se rebela y no produce, allí entra a jugar el stress, otro enemigo silencioso. Ahora me apareció en el oído, un zumbido similar a una orquesta sin director, lejana pero de pronto cansa. Es un pitido que aparece y desaparece; pero no deja de convertirse en un ruido monótono y aburrido.
El combate es desigual, porque cuando me olvido que sin tener la clave para ingresar, el “viejo” siempre aparece. Mi lucha es estéril y, de pronto lo veo sentado en una reposera, con una risa ganadora y burlona diciendo: “Esto recién empieza” y yo con lo que me queda de voz contesto: “Hoy no quiero entrar yo”.